La arquitectura: ¿arte o negocio?

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La arquitectura debe resolver el problema material sin olvidarse de las necesidades espirituales del hombre

Luis Barragán

Arquitectura: ¿arte o negocio?

Al hablar de arquitectura, es común decir: “Arquitectura: ¿arte o negocio?”. Sin embargo, es difícil elegir, pues podemos hacer de este bello arte un negocio, pero con compromiso social. Veamos por qué.

A simple vista no hay contraposición entre hacer del arte un negocio. No la hay. Sin embargo, cuando se habla de arquitectura existen líneas muy delgadas que delimitan la expresión artística y resulta muy fácil cruzarlas. O, incluso, peor, romperlas.

Arquitecto versus constructor

Al caminar por la ciudad, el pueblo, el campo y todos los espacios creados son arquitectura. Y, aunque hay manifestaciones claras de su existencia, surgen preguntas como: ¿todos los espacios son arquitectura?, ¿qué hace el arquitecto que diferencie su trabajo?, ¿el arquitecto sólo crea espacios?

El arquitecto ha sido suplantado por el constructor. Es así como vemos miles de estructuras que si bien cumplen con la descripción técnica respecto a la arquitectura —y me refiero a la de crear espacios—, en realidad no son, ni por mucho, obras de arte.

El arte de la arquitectura

El arquitecto sí hace arte, pues recorre caminos, tal vez desconocidos, y mediante un proceso creativo estudia el uso del espacio, analiza y entiende al usuario. Conoce y aplica tecnologías, pero también coquetea con el entorno, corteja al terreno, enamora a la luz, los reúne y los convence para así juntos generar ambientes y formas. Usa colores, materiales e ideas para crear objetos y espacios, y después, vuelve a empezar; nunca está conforme. Reinicia el ciclo, lo va puliendo, lo reforma, lo siente, hasta que, por fin en lo profundo de su ser, logra ese sentimiento interno de satisfacción. Sólo así decide sacarlo a la luz como una obra de arte, una obra que estará ahí por décadas expuesta a la opinión pública.

¿Negocio?

Pero al hablar de negocios, se deben incluir diversos aspectos. Por ejemplo:

  • Variables económicas y de mercado
  • Oferta y demanda
  • Relación costo-beneficio
  • Planeación financiera
  • Costos, tiempos y procesos de construcción
  • Recursos humanos y técnicos
  • Impactos legales y restricciones de reglamentos

Así, el conjunto de estos elementos logra que la arquitectura esté bien hecha, bien pensada, bien estudiada y, en consecuencia, acaba siendo la gran vendedora. Por su parte, una obra bien planeada y desarrollada se vende con mayor rapidez y adquiere mucho más valor y permanencia en el tiempo que una obra que no cumple con los valores artísticos propios de la materia.

Un mercado, pero con compromiso social

Esto es arquitectura comercial sin miedo a mezclar el aspecto de mercado con la propuesta espacial para vivienda, trabajo, esparcimiento, comercio o cualquier otro uso.

Por ello, debemos cumplir siempre con ese compromiso social de darle al usuario el lugar que merece. No es un asunto de presupuesto, pues siempre debemos ofrecer la mejor arquitectura dentro de las capacidades económicas del entorno en el que se desarrolla: los únicos límites son la creatividad y el compromiso.

La arquitectura es el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz

Le Corbusier

Para saber más

Licenciatura en Arquitectura, Educación Continua, Universidad Intercontinental.

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