En tiempos de contingencia y confinamiento como los que actualmente vivimos a causa de la pandemia de la Covid -19, resulta inevitable buscar respuestas e intentar encontrar explicaciones en diferentes contextos y medios informativos.
El confinamiento a largo plazo
Hasta el momento, la ciencia nos ha respondido una parte y quizá la religión otra, ambas complementándose para hacernos comprender el sentido de esta dura experiencia mundial que históricamente nos impactará durante mucho tiempo y de la cual surgirán reflexiones de todo tipo y tendencias.
Si bien estamos en medio de un hecho que nos está obligando a efectuar cambios drásticos en todas nuestras actividades, también nos ha invitado a ser reflexivos para comprender que se trata de ciclos históricos que se han repetido una y otra vez y que la humanidad ha tenido que experimentar como “llamadas de atención” para detener el rumbo acelerado hacia nuestra propia destrucción y la del planeta.
Crisis a lo largo de la historia
Efectivamente, en otras épocas, la humanidad ha tenido que enfrentarse a grandes crisis sanitarias que aunque han mermado de manera importante a grandes grupos de población, también han representado oportunidades para comenzar de nuevo, cambiar y mejorar.
Éste sería el caso de la que entonces fue considerada la epidemia causada por la peste negra, terrible enfermedad que acosó a la población europea de mediados del siglo XIV (entre 1347 y 1350 aproximadamente) y con rebrotes en el siglo XVII.
La peste negra
A diferencia del virus SARS–Cov-2, causante de la actual Covid-19, la peste negra o bubónica, también de origen zoonótico (transmisible entre animales y seres humanos), era causada por el bacilo Yersinia pestis (entonces de origen desconocido), transmitido por la rata doméstica al ser humano en sus manifestaciones bubónica (bubones o bubas: manchas y/o tumoraciones negras aparecidas en ingles, axilas y cuello); septicémica (envenenamiento de la sangre) y pulmonar. También proveniente de Asia por los contactos comerciales y políticos a raíz de las Cruzadas, a la llamada “muerte negra” se le consideró como un castigo divino, obra de cuerpos celestes que finalmente enviaban señales de la justa ira de Dios a causa del comportamiento desviado y decadente de los seres humanos.
Como epidemia, la peste negra atacó a todos los niveles sociales, desde los más humildes campesinos, hasta aristócratas, ministros gubernamentales y miembros del clero. Como ahora, este terrible padecimiento se vivió sí en un terreno común a todos, pero lamentablemente en escenarios económicos distintos. Así, mientras en algunos lugares la enfermedad se convertía en la cruel cómplice de la hambruna y la guerra, en donde el abandono entre familiares dejaba ver paisajes desolados con gente que fallecía por doquier y poblados solitarios producto de la quemazón de fosas comunes; en otros sitios, nobles y aristócratas aburridos por el aislamiento y paro de actividades sociales, se encontraban más preocupados por elegir en cuál de sus propiedades campestres habrían de refugiarse para evitar el contagio, evadiendo el “aire tóxico” que se respiraba en las grandes ciudades.
El Decamerón, a propósito del confinamiento
Éste sería precisamente el contexto descrito en El Decamerón (o Príncipe Galeoto), obra clásica escrita por Giovanni Boccaccio, uno de los tres literatos (Dante, Petrarca y Boccaccio) que dejarían huella en la cultura europea bajomedieval. Se le llama así (Deca = diez) porque se trata de un compendio de cien historias breves narradas por diez jóvenes de entre 25 y 18 años (7 damas y 3 varones) durante diez días. Cada uno de los diez personajes cuentan una historia por día.
Siendo la epidemia, un tema abundantemente tratado por una gran variedad de personajes importantes de la época, pero desde puntos de vista reflexivos, críticos y casi filosóficos sobre la crisis en las cuestiones sanitarias, económicas, políticas y espirituales que se estaban viviendo, la obra de Boccaccio se distingue por narrar historias superficiales que retratan otros aspectos de la vida cotidiana, dejando ver el comportamiento y sentir de la gente común en sus virtudes y excesos.
El Decamerón, una comedia y espejo de la vida
Calificada como la primera “Comedia Humana”, El Decamerón representa un espejo de la vida del siglo XIV, época que dejaba muy en claro el desarrollo de una sociedad desigual y la falsa ética de un clero corrompido, lo cual explica claramente su prohibición por los papas Pablo IV y Pío V y a la vez su gran mérito literario al aportar en prosa lo que Dante y Petrarca habían logrado en la poesía.
Dar lectura a esta obra justamente en momentos cíclicos de crisis, invita a aprender de la historia y replantearse la forma en la que habremos de construir y reinventar otro tipo de vida. En este siglo como en el ya lejano XIV, han quedado al descubierto nuestros logros, pero también y, sobre todo, nuestras debilidades. La crisis que vivimos no sólo es mundial, es personal e invita a ver el futuro de otra manera, a no sólo ver la epidemia como parte de un ciclo de vida que se repite y que “nos tocó vivir”, sino como un evento que debe alertarnos para actuar antes de que sea demasiado tarde y no haya remedio de recuperar algo.
Crecimiento del ser humano
Después de que la Europa medieval viviera un periodo dominado por la muerte (hambrunas, enfermedad y guerra), sobrevino la época Moderna, caracterizada por un “nuevo” tipo de actitud y mentalidad hacia la vida, valorándola y provocando una fuerza espiritual que tomaría al Humanismo y al Renacimiento como movimientos culturales que buscaban la trascendencia y crecimiento del ser humano más allá de su mera condición animal.
La renovación
¿Será entonces éste un periodo que anuncia la renovación de seres humanos más conscientes y sensatos hacia su propia naturaleza y la del medio ambiente? O sólo un mal sueño que tendrá que terminar en algún momento. ¿Será esta experiencia un aviso para detener el ritmo acelerado hacia una condición irreparable? ¿Seguiremos siendo los humanos los más terribles depredadores del planeta?
Para saber más:
Licenciatura en Comunicación Digital, Universidad Intercontinental.